Usar la raya ralla a cualquiera
Los traductores, sea cual sea el tipo de textos en el que nos especialicemos, debemos conocer al dedillo los entresijos y exosijos de las convenciones textuales que manejamos. Por ejemplo, según la lengua con la que trabajemos, ciertas fórmulas o convenciones de la traducción jurídica tendrán una estructura diferente; los textos técnicos se dirigirán al destinatario de forma más directa o indirecta, harán hincapié en medidas de seguridad o procedimientos distintos, etc. Creo que todo esto es obvio. Pero, ¿qué ocurre con la traducción literaria? Bueno, he aquí un breve repaso que aprendí con la práctica, los profesores, los informantes, así como documentándome y fijándome mucho de textos ya publicados.
La conclusión a la que he llegado es que los traductores somos algo así como malabaristas lingüísticos: contamos con muchísimas limitaciones y normas a las que tenemos que ceñirnos, de ahí que pongamos el grito en el cielo cuando nos comentan el caso del primo que estuvo en Inglaterra y que ahora hace traducciones, pues se trata de alguien que, creemos, dominará la lengua de partida todo lo que haga falta y más, pero eso no significa que esté al corriente de las normas que tenemos que respetar, de cómo llevar a cabo la praxis de una forma profesional, etc. Así pues, comienzo una nueva serie de artículos que abordarán ciertos aspectos con los que el traductor literario ha de lidiar y que, espero, sea de ayuda a los estudiantes de traducción interesados en recorrer esta senda. En esta primera parte veremos el uso de la raya de diálogo, que se las trae en lata (it brings them in a can).
La raya de diálogo: el carácter EM DASH (—) que aparece dentro del menú de símbolos situado en la esquina superior izquierda —ese emblema de los Hijos de Orar, digooo el icono de la omega, Ω— en Microsoft Word (2007) es el que tenemos que usar siempre que queramos introducir un diálogo, no el hyphen o guión (-), ni el signo menos o FIGURE DASH (‒), ni la semirraya o EN DASH (–), que tienen sus usos particulares. La única ocasión en que podremos usar el guión como sustituto de la raya será en diálogos que estén subtitulados, en cuyo caso lo incluiremos sólo en la segunda línea del subtítulo.
En Windows, la raya se escribe con el comando Alt+0151 en el teclado numérico. Pero claro, en una novela es un poco rollo hacerlo así, sobre todo porque en mi caso tengo un humilde portátil que no dispone de teclado numérico y es un peñazo estar activándolo cada dos por tres. Por suerte, contamos con unas cuantas opciones chapuceriles:
a) asignamos una combinación nueva de teclas para el símbolo en el menú: hay que asegurarse de que no entre en conflicto con otras combinaciones.
b) utilizamos un programa, como AutoHotkey o Microsoft Keyboard Layout Creator para establecer comandos: en mi caso, se me desconfiguró el teclado porque el programa de Microsoft no estaba preparado para Windows 7. Tuve que restaurar el sistema. Así que supongo que en estos casos no vale instalarse la versión de Vista («porque, total, la misma ~@#~! es», pues no). Y, por último…
c) introducimos el comando, seleccionamos con SHIFT y las teclas de desplazamiento y pulsamos CTRL+C. De ese modo, habremos copiado el símbolo y sólo nos queda pegarlo ahí donde sea necesario con CTRL+V.
Y diréis «pero es que con las comillas angulares tengo el mismo problema». Pues podemos escoger cualquiera de estas opciones igualmente. En caso de copiar y pegar, lo bueno es que van a abundar mucho más los diálogos, así que conviene darle preferencia a la raya si optamos por este parchétodo (parche + método). Aunque considero que la mejor opción es establecer nuestros propios comandos.
Ahora que ya sabemos cómo introducir la raya en el procesador de texto, toca saber cómo emplearla. Creo que lo mejor será que meta unos cuantos ejemplos prácticos, cada vez más difíciles:
1) —Hola, Paco —dijo Fernando.
En este caso no hay mayores problemas. Nótese que la primera letra va pegada a la raya y que cuando acaba la frase, hay un espacio, luego otra raya y la primera letra del inciso va pegada a la raya de cierre. Como el inciso marca el final de la interpretación, no pondremos raya de cierre que lo delimite. Hala, con todo al aire, el muy ladino. El orden sería PEGADO-ESPACIO-PEGADO-ABIERTO.
2) —Hola, Paco… —dijo Fernando—. Me tienes frito.
Aquí vemos un avance; ahora el inciso tiene una raya de cierre, que va pegada a la última letra que compone el inciso. Es decir, el orden sería PEGADO-ESPACIO-PEGADO-PEGADO. El verbo que hay en el inciso es de habla, por lo que el inciso comenzará en minúscula, aunque las intervenciones estén acotadas entre signos de exclamación o interrogación (que pueden tener el mismo valor que un punto y seguido). Podemos añadir cualquier signo de puntuación: una coma, un punto y coma, los dos puntos… en cualquier caso, siempre irá después del inciso, nunca antes, a menos que se trate de los tres puntos, tal y como vemos en el ejemplo. Y si por algún casual no hay ningún signo de puntuación tras la raya de cierre, entonces colocaremos un espacio entre este y la primera letra de la continuación del inciso.
3) a) —Hola, Paco —dijo Fernando—. Me tienes frito. —Su voz denotaba hartazgo.
b) —Hola, Paco —dijo Fernando—. Me tienes frito.
Paco se quedó atónito.
Los textos ingleses tienen a apelmazar los incisos y diálogos en un mismo párrafo. Esto resulta en bloques de texto que pueden prolongarse por los siglos de los siglos, amén. En español, lo normal es que los diálogos y los incisos se separen en la medida de lo posible. Sin embargo, a veces puede ser un poco complicado decidir cuándo cortar por lo sano. Normalmente se hace un salto de línea cuando el último inciso hace referencia a algo ajeno o independiente con respecto a lo que el interlocutor expresa, como vemos en el caso b, que es la reacción de Paco a la perla que le acaban de soltar. En el ejemplo a está justificado porque el inciso se refiere a algo que acontece en la intervención. Otro ejemplo de inciso que iría justo después del enunciado y no en una línea aparte podría haber sido «—E hizo crujir los nudillos.»; es algo que atañe directamente al personaje que habla.
4) a) —¿Qué pasa, Rigoberto? —Las lágrimas bailaban en los ojos de Catalina—, ¿ya no te gusto?
b) —¿Qué pasa, Rigoberto? —Las lágrimas bailaban en los ojos de Catalina—. ¿Ya no te gusto?
He añadido estos dos ejemplos para que se note que, si bien ambas opciones son válidas (dependerá de lo que venga en el original, también), en el segundo caso da igual que el inciso vaya precedido de un signo de cierre; tras el inciso pondremos un punto igualmente. Lo mismo puede aplicarse con los signos de exclamación o con la combinación de ambos.
5) —A partir de hoy, voy a cambiar. Pienso ducharme más de una vez por semana, no dejaré que las uñas de los pies me crezcan hasta replegarse sobre sí mismas y, como colofón, voy a empezar a usar desodorante.
»Sí; otra higiene es posible. —De la emoción, los ojos le temblaban como dos huevos fritos.
En este caso, el diálogo continúa tras el punto y aparte, así que para que se note que quien habla es el mismo personaje, encabezamos el nuevo segmento con unas comillas angulares de cierre. Si la tónica se sigue repitiendo, volveremos a encabezar cada nuevo párrafo de las comillas de cierre. Tras el último párrafo, no cerraremos las comillas, justo como ocurre en el ejemplo de más arriba.
6) —Cuénteme qué ocurrió exactamente, señora.
—Verá, señor, iba yo paseando por el campo, cuando escuché que dos vacas tenían un pleito…:
»—Te digo que esta hierba no es fresca, Mugipuri. Hazme caso, que llevo mucho rumiándolo.
»” Además, te me vas a poner como una morsa, porque de vaca ya te quedas corta.
»—¡Qué tolontolez más grande! ¡Me marcho! ¡Tú y tus merengadas!
»Y, como verá, señor, lo único que pude hacer fue marcharme a casa, del todo estupefacta.
—Ya veo. Tenemos que devolver a esas dos vacas superdotadas a la granja. ¿Dice que se separaron, entonces?
En este ejemplo ocurren varias cosas interesantes, y no me refiero al hecho de que dos vacas superdotadas se hayan fugado de una granja y se pongan a discutir sobre la calidad de la hierba que se están zampando. Se trata, ni más ni menos, de que hay un diálogo dentro de otro (sucede como en cierta peli que hablaba de sueños dentro de otros sueños; yo también me quedé estupefacto al verla). Cuando empieza el nuevo diálogo, colocaremos unas comillas angulares de cierre al principio de cada una de las intervenciones que comprendan el nuevo diálogo, pero además colocaremos una raya justo después de las comillas. Si se da el caso, como en el ejemplo, de que el mismo personaje sigue hablando tras un punto y aparte, entonces sustituiremos la raya por unas comillas altas de cierre: es como en el anterior, solo que como ya estamos empleando las comillas angulares, tenemos que marcar aún más lo que ocurre y por eso añadimos las nuevas comillas altas. Por último, si os fijáis, veréis que cuando la señora vuelve a hablar, la raya ha desaparecido; eso nos sirve para marcar dos cosas. Una, que la señora ha acabado su inciso y, dos, que es la señora la que está hablando.
A veces, en el texto original (hablo de uno en inglés), vemos que la intervención de un personaje la precede una parte narrada:
7) The cow´s eyes didn´t show any mirth. “So you come to milk me”.
La vaca le miró sin ninguna alegría.
—Así que vienes a ordeñarme.
Cuando traduzcamos este tipo de construcciones, tenemos que separar la parte narrada de la intervención con un punto y aparte; es lo que comentaba antes acerca de que los textos españoles prefieren separar las peras de las manzanas.
8) ´There´s not enough milk, ´cut the old lady. ´These cows will pay.´
—No queda leche suficiente —interrumpió la anciana—. Estas vacas lo van a pagar caro.
O bien:
—No queda leche suficiente. Estas vacas lo van a pagar caro —interrumpió la anciana.
Hay ocasiones en las que si un parlamento y sus incisos son muy breves, hay posibilidad de unir los dos enunciados que componen la intervención y dejar el inciso al final. He visto ambos casos en una misma novela varias veces, la verdad, pero creo que se trata más bien de una cuestión de gustos. Aún no he dado con un motivo de peso para decidirnos por una u otra solución, así que si alguien quiere iluminarme al respecto, es bienvenido. A decir verdad, se me ocurre que puede depender de dónde esté situada la intervención: si está en medio de un párrafo, entonces puede que nos convenga el primer ejemplo para agilizar la lectura. En cambio, si el parlamento constituye la última frase del párrafo antes del comienzo de otra escena, puede que la segunda opción tenga mayor carga pragmática. Tiene sentido, ¿no?
9) Given the quality of her former home —that is, the ramshackle farm she had just left behind—, she was quite happy to roam at will.
Teniendo en cuenta la calidad de su antiguo hogar, esto es, la granja destartalada que acababa de dejar atrás, estaba muy contenta de ir por ahí a su antojo.
O bien:
Teniendo en cuenta la comodidad de su antiguo hogar —esto es, la granja destartalada que acababa de dejar atrás—, estaba muy contenta de ir por ahí a su antojo.
La raya puede servir también para crear incisos en partes del texto que no sean diálogos. Sin embargo, cabe destacar que, si bien es un uso válido en español, es preferible ingeniárselas para colocar comas o paréntesis (en caso de que proceda). Existen matices; por ejemplo, la jerarquía dice que si hacemos un inciso dentro de un inciso, serán las rayas las que vayan entre paréntesis, no a la inversa. Además, la raya establece un aislamiento mayor respecto a lo que se dice que las comas, pero menor que el paréntesis. Ahora bien, la raya tiene usos en inglés que en español sustituimos por otros signos de puntuación, como los dos puntos, la coma, el punto y coma, los paréntesis o lo que convenga. He aquí un ejemplo:
10) The cow —that four-legged milk repository.
La vaca: ese almacén de leche cuadrúpedo.
Y esto es todo. Si queréis ahondar un poco más en el tema, os aconsejo este artículo del Panhispánico de Dudas, en el que se incluyen más ejemplos, así como esta otra joya de la mano de Xosé Castro. Por no olvidar este enlace a Wikilengua acerca de la raya, que cita a José Martínez de Sousa, toda una autoridad al respecto.
La clave para dominar el uso de la raya es practicar, porque al principio resulta todo muy lioso y entiendo que es demasiada información. Pero perseverad, y ya veréis que engancha; es algo indescriptible. O puede que sí lo sea, pero son las 2.00 de la madrugada, hora zulú, y no doy para más. De repente me apetece un bol de leche con cacao…