La Piedra Translatofal

El blog de traducción de Sergio Núñez Cabrera

Archivar para el mes “diciembre, 2012”

Por sus expresiones los conoceréis: individualizar personajes

Antes de ayer («antié» por mis latitudes) me topé con la presentación del congreso Las voces del suspense y su traducción en el género negro, celebrado en Madrid a finales de octubre y del que podéis leer una reseña en el blog de Alberto Fernández Hernández, cuya lectura recomiendo encarecidamente.

Como decía, en la presentación ya se tocan una serie de asuntos provistos de mucha enjundia, pero hubo uno que me llamó la atención por encima de los demás:

Asimismo, el diálogo ficcional es el modo discursivo para evocar la oralidad, conferir autenticidad y verosimilitud a la trama narrada y dar voz a los personajes ficticios. Una de sus funciones principales es la de caracterizar al personaje, es decir, forjar su manera de ser y actuar a través del habla, conferir credibilidad a los razonamientos y reflexiones que expresa y elaborar la personalidad que le distingue de otros participantes en la acción narrada.

Así pues, voy a proceder a intentar extrapolar lo anterior a mi experiencia en la traducción de textos de ciencia ficción.

Traducir diálogos suele plantear todo un repertorio de dificultades: desde las relativas al dialecto y sociolecto (¿cómo representar de forma adecuada este tipo de rasgos diferenciadores sin evitar caer en tópicos?), hasta pragmáticas (cuando aparecen juegos de palabras o chistes) pasando por aquellas que atañen a la individualidad de cada personaje, pues lo normal (o idóneo) es que el lector sepa diferenciar entre ellos tan sólo por cómo se expresan. Ahora bien, tampoco se le pueden pedir peras al olmo (sobre todo, porque no están de temporada): gran parte de la responsabilidad recaerá en el autor del texto original. Si este no es capaz de individualizar a sus personajes como es debido, obtendremos personajes poco memorables y proclives a que los confundamos con otros. Por lo tanto, esa carencia deberá compensarse con una prosa sugerente u otros mecanismos, es incluso posible que nosotros, como traductores, podamos llenar ese 5% de margen del que disponemos para contribuir a la causa (más adelante aportaré unos pocos ejemplos). No obstante, este espacio no pretende ser un recopilatorio de consejos sobre la creación narrativa.

Por suerte, la saga de los Amos de la Noche da muchas facilidades a este respecto. He aquí un breve muestrario de personajes arquetípicos. Adaptaré terminología del sitio TV Tropes porque me resulta muy graciosa:

El lancero o caballero sangriento (colérico): tipo Lobezno o Vegeta; aguerrido, cínico, beligerante. En la saga que nos ocupa, lo representa el personaje de Xarl. Es muy dado a menospreciar a los demás y el autor menciona su pasado barriobajero. Por lo tanto, hay que saber transmitir esa agresividad y desdén:

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 Xarl’s nasty smile never faded. “Stern talk from the rich man’s son. Easy to use pretty words when you’re up at the top of the tower, overseeing a crime syndicate where everyone else does all the dirty work. I used to shoot City’s Edge juves when they came slumming in our sector. I loved everyminute of it, too.”  Eso no le borró a Xarl su desagradable sonrisa de la cara.
—Duras palabras viniendo del hijo de un ricachón. Es muy fácil emplear eufemismos cuando supervisas un sindicato del crimen desde lo alto de una torre y son los demás quienes te hacen el trabajo sucio. Solía disparar a los niñatos de Límite de Ciudad cuando se hacían los barriobajeros en nuestro sector. No me cansaba de cargármelos, en serio.

Vegetabezno: el vinagre definitivo.

El loco del hacha (sanguíneo): psicológicamente inestable, casi autista, a veces hace de secundario cómico. Lo encarna Uzas. A veces sus frases son complicadas de traducir porque en ocasiones entra en trance y, claro, formula frases muy cortas y extremadamente simples. Hay que respetarlo en la medida de lo posible.

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“Hnnnh,” said Uzas in the aftermath. He dropped his weapons in disgust, letting them clatter to the floor. “No blood. No skull. No gene-seed to taste. Just a husk of slime melting into the air.” —Mmmm —emitió Uzas tras la resolución del combate. Asqueado, tiró las armas y éstas repiquetearon contra el suelo. —No hay sangre. No hay cráneo. No hay semilla genética que saborear. Sólo un cascarón de cieno que se derrite en el aire.

El guerrero cultureta (melancólico): es muy competente en combate, pero también tiene dotes de erudito, tiende al pesimismo y es educado. Son rasgos que caracterizan a Mercutian. Hay que esforzarse en reflejar el lenguaje culto que emplea el personaje y, cuando hay vacíos léxicos o sintácticos, decantarse por la opción más formal.

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 “I was there as well, Xarl. We were the weapon humanity needed us to be. I cherish those memories, when entire worlds would surrender the moment they learned it was the Eighth Legion in orbit. Whether the Emperor demanded it of the primarch, we may never know. But we were that weapon, brother. I take pride in that.”  —Yo también estuve ahí, Xarl. Fuimos el arma que la humanidad necesitaba que fuéramos. Me resulta grato recordar cuando mundos enteros se rendían nada más enterarse de que era la Octava Legión la que tenían en órbita. Fuese o no el Emperador quien se lo exigió a nuestro primarca, nunca lo sabremos. Pero sí que fuimos esa arma, hermano. Me enorgullezco de eso. 

El chistoso (flemático): siempre está soltando chascarrillos y comentarios locuaces; puede tener otras cualidades, pero esas son las que le hacen destacar. Sirve para descargar un poco la acción mientras tira dificultades de traducción a su paso. Su exponente en la saga es Cyrion.

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I, also, am coming,” Hound announced. Silence greeted this proclamation. “I am,” he insisted, and turned his blind eyes to Octavia. “Mistress?”
“Fine,” Cyrion chuckled. “Bring the little rat.”
—Yo, también, pienso ir —anunció Fiera. Lo que le dio la bienvenida a dicha declaración fue el silencio de los presentes—. Pienso ir —insistió, para luego mirar con sus ojos invidentes a Octavia—. ¿Ama?
—Venga, vale —concedió Cyrion riendo entre dientes—. Que se venga la pequeña rata.
Masacre es un claro exponente de este tipo de personaje.

Masacre es un claro exponente de este tipo de personaje.

El estoico: frío, eficiente, culto y especialista en lo suyo. En las novelas lo encarna Variel el Desollador, un personaje que recuerda en muchos aspectos a Hannibal Lecter, sobre todo porque es un médico sociópata. Como muchas veces hace diagnósticos a los protagonistas, hay que combinar la documentación médica con lo anteriormente dicho.

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 “I know you, [XXX]. Nothing will be lost when you expire.” Here, he paused, but not to smile. Variel was unable to recall the last time he smiled. Not in the last decade, certainly. “Do you wish the Emperor’s Peace?”  —Te conozco, [XXX]. No se perderá nada cuando expires. —Aquí, hizo una pausa, pero no para sonreír; Variel era incapaz de recordar la última vez que había sonreído. Ciertamente, no había sido en la última década—. ¿Deseas la Paz del Emperador?

El sabelotodo: lo sabe todo de todo, aporta datos y tiene escasas dotes sociales. Características que definen muy bien al tecnosacerdote Deltrian. Debido a que se ha modificado a sí mismo para ser cada vez menos humano, quise reflejar frialdad respetando el empleo de oraciones pasivas e impersonales siempre que fuera posible o, incluso, mediante calcos, pues debido a la naturaleza del personaje, el lenguaje deberá ser lo menos natural posible. Las partes en las que interviene son las más difíciles de traducir, no ya por cómo se expresa (disfruté mucho traduciendo sus diálogos), sino por las aquellas en las que el autor resalta su inhumanidad (lo que muchas veces se emplea como recurso cómico): a veces describe imágenes complicadas de trasladar. Otra característica curiosa es que se mezcla la tecnocháchara con el lenguaje religioso. Lo dicho, el personaje da mucho de sí.

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 “I offer you this expression of vocalised gratitude,” the tech-adept said. “As an addendum to the exchange of vital linguistics, I apply a further question. Is your arm functioning to an aceptable degree?”  —Os ofrezco la presente expresión de gratitud vocalizada —dijo el tecnoadepto—. A modo de apéndice para el intercambio lingüístico esencial, procederé a aplicar una nueva pregunta: ¿funciona vuestro brazo a niveles aceptables? 

Y a pesar de que estos son personajes más o menos arquetípicos, debido a su naturaleza (la mayoría son miembros del Adeptus Astartes, guerreros modificados genéticamente que han dejado atrás muchos aspectos de su humanidad) el muestrario léxico disponible para el traductor sufre unas cuantas limitaciones. Por ejemplo, todos son ajenos a los estímulos sexuales y tienen un registro medio-elevado, por lo que las voces soeces como «gilipollas» y «cojonudo» están vetadas. Y luego está la convención de suavizar en la medida de lo posible el lenguaje malsonante siempre y cuando sea prescindible. He aquí un ejemplo:

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 Cyrion didn’t meet any of their gazes. “The Exalted has ordered him destroyed, no matter what we decide here. If we’re going against that order, we need to have a damn fine reason.” Cyrion no miró a nadie a los ojos.
―El Elevado ha ordenado que le destruyamos, sin importar lo que decidamos aquí. Si vamos a contravenir la orden, tiene que ser por una razón que ni en broma pueda refutarse.

No sé a vosotros, pero a mí lo que me vino a la mente fue «una razón cojonuda» o «que no pueda refutarse ni de coña». También pensé en «una razón de órdago», pero, a la vista de esto ¿habrá órdagos que valgan dentro de treinta y ocho mil años? Por no mencionar que la etimología apunta a una región demasiado concreta del territorio nacional como para que me parezca una solución adecuada.

Por último, en otra entrada ya hablé de los rapaces. Una vez más, la naturaleza del personaje juega un papel muy importante en cómo se expresa; al igual que ocurre con Uzas, los guerreros de este culto emplean frases muy simples, pero se diferencian en que la sintaxis y los términos son incluso más primitivos.

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 “Many weeks in dock, yes-yes.”
Lucoryphus exhaled through his vocabulator in reply. Vorasha’s speech always grated against his nerves: the other Raptor barely formed words in full any more, conveying his meanings through a degenerate tongue of clicks and hisses. Statements were often punctuated by an almost infantile assurance. Yes-yes, he’d breathe, time and again. Yes-yes. If Vorasha wasn’t so skilled, Lucoryphus would’ve cut him down long ago.
“Need to soar,” Vorasha stressed. “Yes-yes.”
 —Muchas semanas atracados, sí-sí.
Lucoryphus resolló por el vocabulador a modo de respuesta. El habla de Vorasha siempre le sacaba de quicio: el otro rapaz apenas formaba palabras ya; en su lugar, transmitía sus mensajes mediante un insulso idioma de chasquidos y siseos. Solía puntualizarlos con una convicción casi infantil. «Sí-sí», siseaba él, una y otra vez. «Sí-sí». De no haber sido Vorasha tan diestro, hace tiempo que Lucoryphus le habría rajado en canal.
—Necesito remontar vuelo —insistió Vorasha—. Sí-sí.

De todos modos, como ya he mencionado antes, la mayor parte del peso en lo que a establecer diferencias entre los personajes a través de los diálogos recae en los hombros del autor. Otra forma de ayudar a distinguir los personajes es agruparlos según el grado de cortesía que se profesan cuando tratan unos con otros. Por ejemplo, los humanos se tutean menos en determinadas ocasiones (por ejemplo, cuando se dirigen a alguien de mayor rango o edad), sin embargo, cuando se dirigen a sus señores astartes, emplean el vos de deferencia, salvo cuando el contexto lo requiere. El «usted» lo emplean los astartes con sus esclavos menos cercanos, de forma muy parecida a cómo Darth Vader se dirige a sus tripulantes a bordo de la Estrella de la Muerte; por otro lado, a los esclavos con los que tienen más trato los tutean. Esto también le da pistas al lector. Ahora bien, decidir cuándo se pasa del usted al tuteo es peliagudo en algunos casos, pero de eso hablaré en otra entrada.

Y hasta aquí por hoy. Espero que pasen una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

Retrospectálisis 2012 Champion Edition

Es una reflexión penosa para un hombre considerar lo que ha hecho, comparado con lo que debió hacer.

Samuel Butler

Bueno, bueno, tampoco hay que ser tan duro, «Samu». A veces, hacer balance nos vale para poner nuestras ideas en orden y saber por dónde podemos tirar. Puede, incluso, que nos sirva para proponernos seguir en la misma línea o en otra mucho más adecuada a nuestros fines.

Qué new age estoy hoy.

Ejem. Bueno, como ya habréis podido adivinar (sólo falta poner un cartel luminoso para dar más pistas), en esta entrada voy a tomar un enfoque más personal. Ya se sabe, mucho trabajo y poca diversión hacen de Sergio un tipo tristón.

Está claro que este ha sido un año clave para mí. Lo empecé cursando el Máster de Traducción de la ULPGC a la vez que lo compaginé con mi primer encargo profesional, nada más y nada menos que una novela. Os garantizo, queridos lectores, que ha sido toda una montaña rusa. A ello se suma la redacción del TFM; las prácticas de empresa en Subbabel, donde fueron muy cordiales; sacar tiempo de debajo de las piedras para traducir la novela y dedicarme a las tareas académicas; tratar de desconectar del ordenador para entrenar, o, incluso, probar técnicas de meditación para despejarme (sin éxito, he de admitir). Al menos hice Yoga con mi compañera de piso unas cuantas veces. Es increíble lo que la vida sedentaria puede hacerle al cuerpo humano.

Imagen de archivo de vuestro humilde servidor.

Imagen de archivo de vuestro humilde servidor a principios de año.

En cuanto acabaron las clases a finales de abril, empezó la fase de recuperación. Ya había acabado la novela, los trabajos de rigor y asistido a las prácticas, por lo que este período se vio caracterizado por una puesta a punto a nivel personal. Comencé a retomar poco a poco el deporte, a quedar más con los amigos y a bajar un poco el ritmo. Aunque tampoco me pude relajar mucho, porque el TFM requería mi atención como si de un tamagotchi se tratase. Tras unos cuantos meses de preparación y visitas reiteradas a Ana Mª García Álvarez, mi tutora, llegó el día de la exposición. Debido a una serie de catastróficas desdichas, mi turno se retrasó tres horas, pero conservé la calma: por alguna desconocida y extraña razón que desconozco y me extraña, siempre me ha gustado hablar en público; supongo que desde que aprendí por fin a pronunciar la con doce años ya no me quise callar más y, desde entonces, esa presencia aviesa que mora en mi interior quiere que todo el mundo pague con intereses.

El jurado de la exposición me animó lo que no está escrito. Baste decir que el esfuerzo mereció mucho la pena. Cuando regresé a casa, vi que me había llegado un correo en el que me pasaban otro encargo que me iba a tener ocupado todo el verano. Por favor, Dios, Buddha, Brahmā, Khorne, Cthulhu o Presencia Todopoderosa que estás (o no) en los Cielos, quiero más días como ese. Gracias.

Así que comenzó otro período de dos meses en los que tuve que disciplinarme. Este verano no iba a tener vacaciones. Me propuse traducir un mínimo de diez páginas al día y no descuidarme con el ejercicio, por lo que me obligué a despertarme a las 6.30 todos los días (los findes transigía un poco y me despertaba a las 8.00) y a parar una hora por las tardes para entrenar tres veces por semana. En agosto me llegó un anuncio de Trágora en el que publicitaban un curso de fiscalidad para traductores autónomos, lo que me vino que ni pintado, porque precisamente hacía poco que me había dado de alta. Así que tocó volver a compaginar formación y trabajo. De hecho, de ese curso nació este blog, mi página de Facebook y mis cuentas de Twitter y LinkedIn.

«Señor, exijo una satisfacción» —Homer Simpson.

«Señor, exijo una satisfacción» —Homer Simpson.

Lo cierto es que hacerse todos esos perfiles resultó agotador. Sin embargo, gracias a ellos he empezado a conocer colegas de profesión que no dejan de estimularme las neuronas. Sin embargo, no les presté mucha atención a las redes sociales hasta que entregué la novela. Llegados a ese punto el parón fue monumental, tanto, que entré en una pequeña crisis, porque se hace duro no tener nada que echarse a la boca cuando uno está acostumbrado a no parar. A raíz de ello comencé a tomarme más en serio esto de ser traductor 2.0, pero algo que ansío de verdad es poder compartir en vivo y en directo charlas con colegas de profesión. Así pues, aparte de conseguir más clientes, la siguiente meta es ir a un sarao de traducción, porque cada vez que veo crónicas de los asistentes a estos certámenes en sus blogs se me ponen los dientes largos cual morsa. Además, ya que me he hecho las tarjetas, habrá que repartirlas, ¿no? He aquí el reverso (tenebroso) de mi tarjeta:

Todos hemos sido ese niño.

Todos hemos sido ese niño.

Otro hito en mi «yo» profesional fue que este año he tratado vía ciberespacio con Xosé Castro y otros profesionales de renombre (el mero hecho de que Manuel de los Reyes le diera a «me gusta» en mi página de FB ya me mató). De verdad, no quiero quedar como un pelota: ya sé que en los tiempos que corren no es que sea una hazaña, pero para alguien que se ha visto obligado a vivir de tareas alejadas de la traducción (el socorrismo acuático y la cocina, por ejemplo) y que ha estado del todo desconectado de la traductosfera, es todo un triunfo. Da la sensación de que por fin estoy encaminando mi vida en la dirección que quiero. Sé que estoy más que capacitado para ello. Tan sólo me hacen falta oportunidades.

En resumen, a pesar de los altibajos anímicos (derivados tanto del exceso de actividad como de la falta de ella), ha sido uno de mis mejores años. Pienso poner toda la carne en el asador para que el que viene siga en la misma línea o incluso mejor.

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